Viajar por dentro

Viajar por dentro

"El secreto está en ser tranquilo y fuerte: con el fuego interior todo se abrasa, se triunfa del rencor y de la muerte [...]” - Rubén Darío.

"'Elige un trabajo que ames y no tendrás que trabajar en la vida". Es la frase que me repetía mi padre una y otra vez. Ya veis, el pobre, que siendo marino y por preservar la familia unida, tuvo que cambiar océanos infinitos, barcos soñados y trepidantes aventuras por un trabajo que no amaba en una aburrida y predecible agencia inmobiliaria, vacía de vocación.

A mí me pasó algo parecido pero en versión “punk", como dice uno de mis compañeros presos:

- Lo tuyo tío, es nivel leyenda.

Como tengo pasión por viajar, fui encaminando mi carrera profesional hacia trabajos que me permitieran hacerlo a menudo, terminando felizmente en el sector turístico, un sector que amo y que durante muchos años me permitió viajar por todo el mundo promocionando mi tierra. Un trabajo como cuchillo de doble filo, que me preparaba en diferido, más de diez años después, un pasaporte para un destino tan impredecible como extremo: un viaje a la cárcel. Y una vez en ella, igual que mi padre sosiega al frustrado lobo de mar navegando en un pequeño velero, yo consuelo mi alma viajera con los libros, con historias de otros presos, con mi memoria y, cada vez más, viajando por dentro. Sí, sí, viajando por dentro, dejad que os explique. Pensadlo por un momento, ¿qué iba hacer yo con tanta soledad en esta celda durante tanto tiempo? No imaginaba que tantas horas de estricto encierro podían ser tan propicias para indagar en mi mente, en mi corazón, para mirar hacia mi interior. Ahora entiendo mejor estas palabras de Carl Jung: “Quien mira fuera sueña, sólo quien mira dentro despierta”. Creo que empecé ese “viaje por dentro” más por huir de la soledad que por convicción, con cierta desesperación, lo reconozco. Poco a poco se convirtió en un regalo accidental, posiblemente el mejor legado tras esta experiencia de retiro extremo. Hablo de regalo accidental porque a estas alturas de mi vida, de no ser por la cárcel, ni de broma lo hubiera hecho.

 Para viajar por dentro no necesitas ninguna droga chamánica, no te asustes. Sólo hace falta voluntad, tiempo y algún vehículo que te ayude a transportarte. En este blog ya os he hablado de varios, como el mindfulness, la meditación o los Arquetipos de Jung. Ahora estoy inmerso en los eneagramas, una herramienta poderosa que estoy aprendiendo y que estoy deseando compartir con vosotros.

Confieso que eso de “viajar por dentro”, de conversar conmigo, de buscar mi esencia y de domar el ego no estaba en mis planes. Lo único que resonaba un poco era una especie de conversación conmigo, bastante insulsa y redundante, todo sea dicho. Una conversación como de teléfono escacharrado, interrumpida siempre por una vida que tenía que ser la ostia. Una vida de esas entregada a “llegar muy lejos”. Una vida invirtiendo esfuerzo, voluntad y talentos para alcanzar ese abstracto y deseado lugar, “muy lejos”. Una meta teórica a la que todos queremos llegar, pero que nadie sabe realmente dónde cojones está. Un “muy lejos” al que ahora pienso, que si finalmente hubiera llegado, seguramente calvo y con el vigor huyendo, descubriría que había estado haciendo el tonto toda mi vida, porque esa felicidad dúctil que buscaba no consistía en “llegar muy lejos", sino en vivir “más cerca”. Más cerca de los míos, más cerca de mi corazón, más cerca de mi playa, de mi parque, de mis sueños, de los que me necesitan... cerca de mi yo más auténtico. Porque las metas, los "muy lejos”, cuando no los fija nuestro verdadero yo, tienen algo como de espejismo, son perecederas y se desdibujan como un mensaje escrito en la arena.

 En ningún caso quiero decir que no hay que luchar por las metas. Digo que mirar más hacia dentro en lugar de sólo hacerlo hacia fuera es el verdadero camino para superarlas, porque lo que impide que cumplamos nuestros sueños no suele ser la opinión que los demás tengan de nosotros, sino la opinión que tenemos sobre nosotros mismos. Y sólo conectando saludablemente con nuestro interior podemos gestionar y modificar esa opinión. Sólo digo que, tras ese viaje hacia dentro te aseguras de que los sueños los sueñes tú, de que las meta las fijes tú, de que la cima la elijas tú y que, de esa forma, aunque llegues lejos, jamás perderás de vista las cosas realmente importantes, esas que, ya ves, siempre han estado tan cerca.

Y ahora la mejor parte de este capítulo. Justo cuando estaba escribiendo este relato, en la mesa de la sala de lectura, con mis auriculares puestos, se me acerca inesperadamente Issa, mi amigo africano de Guinea, con una carta en la mano, como con la necesidad de compartir una emoción incontenible. Me pide con un gesto permiso para sentarse y yo asiento expectante. Traga saliva, se recompone y me cuenta con un hilo de voz y visiblemente emocionado que lo que lleva entre las manos es una carta de su hijo pequeño. Sostiene las hojas que ya ha leído como si fueran joyas y entre ellas aparta una cartulina amarilla en la que hay escrito en francés y con caligrafía infantil, lo que parece el fragmento de un cuento. Me lo enseña lleno de orgullo y me pide que lo lea, como si contuviera un mensaje que yo también espero. Lo leo y me recorre un escalofrío de la cabeza a los pies y de pronto me parece escuchar al Universo hablándome, mostrándome furtivamente su plan, en esta tarde pegajosa de junio, en una miserable cárcel, junto a mi amigo africano que no deja de sonreír y de mover la cabeza como afirmando, sacudido por una felicidad tan intensa como impropia de este lugar, una felicidad que corona con un:

 - Devant  nous Isaac, devant nous…

Nechoude: Qui Es-tu? Nechoude: ¿Quién eres?
L'enfant: Je ne sais pas. El niño: No sé.
Nechoude: Comment t'appelles-tu? Nechoude: ¿Cómo te llamas?
L'enfant: Je n'ai pas de nom. El niño: No tengo apellido.
Nechoude: Ta familie? Nechoude: ¿Tu familia?
L'enfant: Je nái pas de famille. El niño: No tengo familia.
Nechoude: Tu es seul? Nechoude: ¿Estás solo?
L'enfant: Seul. El niño: Solo.
Nechoude: Où habites-tu? Nechoude: ¿Dónde vives?
L'enfant: Partout... Souvent, je m'assois à coté, et je t'ecoute. El niño En todas partes… A menudo me siento al lado y te escucho.
Nechoude: Rien, ni personne n'a de droit sur toi? Nechoude: ¿Nada ni nadie tiene derecho sobre ti?
L'enfant: Rien, ni personne. El niño: Nada, ni nadie.
Nechoude: Alors, prends ma corde. Nechoude: Entonces, toma mi cuerda.
L'enfant: Où allons-nous, Nechoude? El niño: ¿A dónde vamos, Nechoude?
Nechoude: Loin. Nechoude: Lejos.
L'enfant: Où c'est, loin? El niño: ¿Dónde está lejos?
Nechoude: Devant nous. Nechoude: Delante de nosotros.
Ensayo sobre la libertad escrito en prisión

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Clanes como viajes

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