Running en prisión

Running en prisión

“El ciego sol, la sed y la fatiga. Por la terrible estepa castellana, al destierro, con doce de los suyos, polvo, sudor y hierro, el Cid cabalga.” - El Cid campeador (Antonio Machado)

Acabo de escribir un artículo sobre running para la revista de la cárcel. Lleva por título “12 consejos para practicar running en prisión.” No sé si te interesa el running, lo que es seguro que no te ves en la cárcel, así que podrías pensar:

¿para qué me puede servir a mí un artículo de un preso que intenta darme consejos para correr en la cárcel?

Amigo corredor, no te dejes llevar por las apariencias, lee este capítulo con atención y, por favor, fíjate en los detalles, en esos en los que asoma el diablo de la cárcel. Es posible que te pueda ayudar a reunir voluntad en esos días en los que sólo se nos ocurren excusas para no salir a correr. Se me ocurrió escribirlo tras leer un artículo en la revista Running, en el que se ofrecían una serie de consejos para mantener la rutina saludable de carrera sin que decaiga la motivación. Era un buen artículo, lo reconozco, incluso en algunos aspectos aplicable a un patio de prisión.

Me ha resultado imposible no recordar aquel post que escribí hace ya mucho y en el que, después de llevar seis meses preso, hacía el siguiente cálculo:

“Si he hecho una media de 50 km por semana incansablemente desde que estoy preso y han pasado 21 semanas desde que entré, he corrido un total de 1.050 km. Teniendo en cuenta que en cada vuelta al patio recorro 135m, esquivando presos e ignorando muros, he tenido que correr en círculo más de 7500 vueltas.”

Echo la vista atrás y recuerdo cuando había llegado a ese nivel de centrifugación, me preguntaba con cierta inquietud si iba a ser capaz de perseverar. Si tanta vuelta no me iba a terminar enredando en un ovillo de monotonía insoportable. Hoy, doy gracias a mi buen Dios por haberme dado la fuerza para mantenerme constante y firme hasta hoy, dos años y medio después, y haber superado la nada desdeñable distancia de 5.500 km. aproximadamente, unas 40.000 vueltas al patio. A un patio que es un rectángulo de más o menos 60X20 metros, que recuerda a uno de esos patios de cemento de colegio público, con sus porterías y sus canastas y en el que se funden desdibujadas las canchas de fútbol, de baloncesto y de voleibol.

Hoy os comparto este artículo, enfocado a animar a mis compañeros reclusos a que incorporen el running en sus condenas y en sus vidas. Lo he escrito fundamentalmente para compartir con ellos una de las cosas que han contribuido más decididamente a que amanezca un poco más en este abismo, ¿cómo no iba a hacerlo?

Artículo que será publicado en el n° 61 de la revista “Aire Nuevo” de la Prisión de Campos del Río:

12 consejos para practicar Running en prisión.

Amigo preso, en este artículo comparto contigo una serie de consejos que recogen mi experiencia como runner en prisión durante más de dos años y medio. Soy runner desde que iba a la universidad. También he hecho waterpolo, vela, pesca submarina, triatlón y travesías a nado. De algún modo, el deporte ha formado parte de mi vida desde que era niño. Sin embargo, ahora en prisión, sólo he podido seguir entrenando running.

¡OJO!, no es necesario que hayas corrido antes para empezar a hacerlo. Lo único que necesitas es voluntad y el deseo de mejorar tus hábitos y tu mentalidad en este momento de tu vida. A lo largo de mi condena he conocido muchos internos que no habían corrido jamás y que, gracias al running, han conseguido darle una perspectiva mucho más positiva a su vida y a su paso por prisión e incluso han terminado haciendo maratones. Te puedo asegurar, por experiencia propia, que el running es uno de los mecanismos de resistencia y de protección más potentes para luchar contra la adversidad. Tranquilo, también soy consciente del esfuerzo que supone ponerse a correr así de pronto, más cuando no tienes el hábito de hacer deporte. Por eso, antes de empezar los consejos de cómo hacerlo, quiero hacer hincapié en algunas de las ventajas que te ofrece esta disciplina y por qué merece la pena esforzarte en empezar:

  • Es una excelente herramienta de evasión.

  • Consigue que los muros sean menos muros.

  • Te ayuda a reducir malos hábitos como el tabaco o alguna medicación.

  • Es un arma contra la ansiedad del confinamiento.

  • Te mantiene en un peso saludable.

  • Mejora el sueño.

  • Llegarás a la celda más relajado.

  • Fortalece tu resistencia física y mental.

  • Es gratis.

  • Mejora tu autoestima.

  • Consigue activar en tu organismo una química natural y saludable que te pone alas, las endorfinas.

Si te he convencido o si ya andas “dando vueltas al patio a buen ritmo” es hora de dar los siguientes pasos:

  • De más a menos.

  • El principio es lo que más cuenta, tendrás que poner más esfuerzo. Te en cuenta que tu cuerpo y tu voluntad no están acostumbrados a un esfuerzo continuado y, por eso, ambas intentarán ponerte trampas para que abandones. Ese es el momento de la verdad, cuando tendrás que decir “aquí mando yo”, voy a aprovechar el tiempo aquí dentro.

  • Una vez lo consigas, el entrenamiento diario se convertirá en una droga, verás cómo te provoca unas sensaciones que querrás reproducir una y otra vez.

  • Empieza de menos a más, pero cuando fijes un objetivo, comprométete a alcanzarlo. Puedes arrancar con una estimación de 20 ó 30 km. a la semana hasta llegar a 50 ó 60 km. conforme vayas progresando.

  • Roma no se hizo en un día, pero cada vez te encontrarás más fuerte y más cómodo, te lo aseguro.

  • Fíjate objetivos en cada jornada: Antes de empezar a correr tienes que plantearte un objetivo y mentalizarte en terminarlo. Te recomiendo que sea en tiempo y no en número de vueltas. Por ejemplo, hoy me tocan 60 minutos.

  • Fíjate objetivos a largo plazo: Marca los km. que tienes que hacer cada semana y como han de ir incrementando semana a semana. Ten en cuenta que una vuelta entera dada correctamente (apurando los muros) son 135m. Para 1 km. tienes que dar siete vueltas y media. En media hora de carrera a un ritmo tranquilo (6 min./km.) habrás hecho 5 km. (todos los cálculos son aproximados, aquí no hay GPS posible).

  • Busca la hora adecuada. Elige la primera hora del día o de la tarde, cuando tu cuerpo se encuentre mejor, pero siempre nada más bajar de la celda. Procura ser puntual con tu rutina y deja que pasen esos diez minutos en los que todo el mundo sale a fumar desesperadamente. El humo y los tropiezos son dos dificultades en tu carrera en el patio con los que siempre tendrás que luchar, pero te acostumbrarás.

  • Deja el cuerpo descansar. Teniendo en cuenta los objetivos semanales que te fijes, intenta descansar como mínimo cada dos días de carrera. Puedes seguir el intervalo [dos si-uno no][uno si-uno no][dos si-uno no] y así sucesivamente, siempre que asegures el objetivo semanal.

  • Si tienes alguna molestia es mejor que bajes el ritmo o pares hasta que desaparezca. Presta especial a atención a la rodilla, es la zona más delicada.

  • Ponle imaginación. El insistente mismo desnivel (pendiente 0 permanente), el duro cemento, las caras de siempre que a veces tendrás que esquivar, los muros aplastantes, las concertinas severas, el puto altavoz ladrando, el humo atravesado, ese circuito eterno… Es lo que hay y ese va a ser tu paisaje durante tus carreras, mentalízate, porque vas a tener que contentarte con el trozo de cielo que te toque y con tu imaginación, así que actívala en cada carrera. Pinta cualquier escenario que no sea este, esmérate en ello y cuando no lo consigas mírate en el reflejo de los cristales y siéntete orgulloso, fuerte y valiente, porque lo estás consiguiendo, porque teniéndolo todo en contra, sigues en la carrera, luchando, acercándote un poco más a tu meta. Go, go, go.

  • Cuidado con las curvas. No apures las esquinas y visualiza un circuito imaginario que recorra el perímetro. Cuando te des cuenta lo recorrerás en piloto automático. La línea de ese circuito tiene que ir separado a 1 metro de las paredes y despegarse 2,5 metros en las esquinas para así evitar forzar los tobillos. Es importante que aflojes un poco la velocidad al tomar la curva.

  • Cuando hagas series hazlas en línea recta, de muro a muro, jamás aprietes en la curvas porque te puedes destrozar los tobillos y rodillas.

  • Invierte en calzado. Correr es un deporte que castiga las articulaciones de las piernas, especialmente las rodillas. Si, además, corres en círculos y sobre cemento puro, la cosa se complica. Unas zapatillas con cámara de aire para suelo duro minimizarán el impacto. Si te vas a tomar esto en serio es importante que te equipes con un buen calzado. El resto de indumentaria no importa, siempre que sea cómoda y adecuada a la temperatura del patio.

  • Entrenando con pendiente. Siempre corremos en desnivel cero y eso es un problema. Es importante que una vez a la semana combines tu carrera en plano con subida de escaleras. Yo lo hago en las escaleras de las aulas adyacentes al patio. En uno de los entrenamientos de cada semana, cada diez minutos, me desvío del circuito, entro en las aulas y subo y bajo quince veces las escaleras. Luego vuelvo a la carrera hasta la próxima serie y así cada diez minutos durante todo el entrenamiento.

  • Cambia de dirección. Yo tardé en descubrir este consejo. Corría cada día en una dirección y siempre terminaba con una zona más cargada que la otra. Un buen día, un vasco, también corredor y con muchas más vueltas que yo a la espalda, me propuso cambiar de dirección cada quince minutos con el fin equilibrar el apoyo en las dos partes de cuerpo durante los entrenamientos. Desde entonces lo he aplicado rigurosamente y me ha ayudado a reducir al máximo las sobrecargas.

  • Se constante. Además de correr más rápido, de sentirte mejor y de poner tu cuerpo en forma, vamos a trabajar la disciplina. Y la disciplina es algo que es necesario en la vida. La voluntad es lo que mueve el mundo y para adquirir una rutina de carrera vas a tener que activar la tuya. Si perseveras, llegará un momento en el que no querrás volver a la celda sin la sensación de haber hecho unos km. Hacer una carrera un día es fácil. Entrenar dos días durante una semana o siete días en un mes también es fácil. Lo difícil es hacerlo una y otra vez, semana tras semana, mes tras mes, año tras año incansablemente.

  • Si que puedes, no se te ocurra dudarlo. Yo llevo miles de vueltas encima y, aunque reconozco que ha habido días más difíciles que otros, la carrera siempre me ha ayudado a escapar de aquí, a sentirme libre, a vencer un poco en esta batalla que supone cada amanecer en la cárcel.

  • No te piques. Ser competitivo es bueno, pero en iguales condiciones. No cometas el error que yo he cometido a veces, entrando al trapo de algún espontáneo con ganas de demostrarle al patio que corre más que tú. Mi consejo es que no entres en el juego y que mantengas tu ritmo de entrenamiento. Estás corriendo larga distancia, deja las carreras para el día que te toque hacer series rápidas.

  • Atento a los obstáculos. En la calle están los coches, los semáforos, los socavones... En la cárcel, los obstáculos son nuestros compañeros. En estos años he tenido más de una colisión. La gente está en el patio y va a su bola, a veces ensimismados en sus cosas y a veces fuertemente medicados, por lo que ellos siempre tienen prioridad, no lo olvides. Si tropiezas o tienes que pedir paso, sé cortés y hazlo con humildad, es la mejor manera de abrirse camino en la vida.

  • Fíjate una meta estimulante. Desde perder 10 kg. en cuatro meses a terminar la media maratón de tu ciudad cuando salgas en libertad o de permiso. No importa el qué mientras sea alcanzable y concreto. Una vez lo elijas, comprométete con él y visualízalo en cada carrera. Es estimulante también, cada cierto tiempo, hacer una “tirada más larga” en la que pongas a prueba tu resistencia y tus avances. Cada mes y medio desafío mi resistencia y hago una tirada de dos horas seguidas. Una buena forma de empezar es hacer un 50% más del entrenamiento semanal más largo que suelas hacer.

  • Por último, para los días que ponerte en marcha te parezca especialmente difícil, voy a compartir contigo una idea inspiradora a la que acudo para animarme cuando siento la cárcel apretándome. Es de Martín Luther King y dice así:

“Si no puedes volar, corre; si no puedes correr, anda si no puedes andar, gatea; pero hagas lo que hagas ¡Nunca te pares!”

Hasta Siempre

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Ensayo sobre el silencio

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